DECLAMACIÓN
Derivado del latín declamatĭo, el concepto de declamación gira en torno al hecho de declamar. Este verbo, según su definición teórica, describe la acción de hablar en público o de recitar con la entonación, las mímicas y los gestos adecuados.
En este sentido, podemos dar a conocer que a nivel mundial existen diversos certámenes y concursos de declamación con los que se intenta reconocer las cualidades para la oratoria y el discurso que tienen algunas personas. Así, por ejemplo, podemos citar el Certamen Nacional de Declamación “Diego Granados Jiménez” que lleva más de diez años celebrándose y convocándose en la localidad almeriense de Albox.
Varias son las técnicas que debe cumplir a rajatabla cualquier persona que tenga interés en caracterizarse por su exquisita y alabada declamación. En este caso, la primera regla de oro es la de que debe ser un buen lector y eso trae consigo además que sepa entender todo lo que está leyendo.
La segunda táctica vital es realizar las pausas convenientes y necesarias. Así, todo declamador debe saber y conocer a la perfección la cantidad de tiempo de pausa que debe llevar a cabo en función de los diversos signos de puntuación que aparezcan en el texto que está leyendo. Y es que tanto la coma, como el punto, el punto y coma o los puntos suspensivos difieren en cuanto a tiempo de silencio.
La tercera clave de todo buen declamador, como no podía ser de otra forma, es contar con una dicción exquisita pues es la forma de que sus oyentes reciban con total claridad lo que está exponiendo.
Al hablar de declamación, de todas maneras, también se puede hacer mención al arte de recitar en el marco de un teatro, al discurso pronunciado de modo vehemente o al discurso en general.
El concepto de declamación, entonces, puede referirse al arte escénico en general, como la danza o el teatro. Implica la existencia de un público que se mantiene atento y observa las acciones representadas por los artistas.
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